RECONSTRUIR LA DEMOCRACIA, EL GRAN RETO

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VENTANA POLÍTICA

Por: Guillermo Montelón Nava

Después de lo ocurrido el 2 de junio nadie puede negar que fue el pueblo quien decidió por mayoría aplastante, que sea morena quien siga gobernando al país desde la presidencia y en el Congreso de la Unión. Si bien los resultados electorales pueden ser muy cuestionados por el cúmulo de incidencias que se presentaron el día de la elección, pero también por todas las irregularidades previas, como la intromisión sistemática del presidente, sus afanes de destruir al INE y al poder judicial, además de la utilización de los programas sociales para la compra de conciencias y de votos, lo cierto es que, fue el pueblo quien decidió mantener un régimen que, a pesar del gran daño causado y de representar una gran amenaza para México, le otorgó el voto mayoritario sin medir las consecuencias.

Y apenas se confirmó el triunfo de la candidata presidencial de morena así como de la mayoría calificada en la cámara de diputados y casi en la de senadores. Los mercados financieros entraron en una crisis, al tiempo que el peso mexicano se devalúo por la incertidumbre y los temores, claramente fundados de que ahora sí podrán cambiar la constitución, sobre todo para acabar con la división de poderes, eliminar contrapesos, destruir al poder judicial y a los órganos autónomos, que son los que dan certeza jurídica a las empresas que ya operan en México y a los inversionistas que sostienen la economía del país.

Tuvieron que salir, de manera urgente, tanto el presidente, como el actual secretario de Hacienda a tratar de calmar las cosas, aunque el breve mensaje de Ramírez de la O, de apenas dos minutos, no fue suficiente. El temor de que Morena nos lleve a una dictadura sin contrapesos y sin un marco jurídico confiable, donde prevalezca la estabilidad política y económica, es un temor que prevalece a flor de piel. Tan es así, que la imprudencia, los afanes de arrogancia y protagonismo de algunos legisladores de morena, los movió para anunciar que buscarían sacar lo más pronto posible las principales reformas constitucionales que propuso el presidente. Eso volvió a encender las alarmas en los mercados financieros y, como consecuencia, el peso volvió a devaluarse. El miedo a que la 4t lleve al país a la dictadura y al caos es mucho y bien fundado.

Las 18 reformas constitucionales y las dos reformas a leyes secundarias que quiere el presidente, sobre todo la reforma al poder judicial, la reforma política con la desaparición del INE y de otros órganos autónomos como el INAI, son un claro atentado contra la democracia y contra el orden constitucional establecido; son algunas de las cosas que más perjudicarán a México sin que el grueso de la población, la gran masa electoral, tenga suficiente noción de lo que ello representa pero para cuando se den cuenta podría ser demasiado tarde.

Lo que ahora nos queda a los ciudadanos que sí queremos un México más democrático más justo, con paz, seguridad, con buenos servicios de salud, que ofrezca caminos para el crecimiento y desarrollo de las personas, de las nuevas generaciones y que garantice, sobre todo tanto estabilidad política como social y económica, es seguir adelante en la defensa lo que tanto trabajo costó obtener.

En el proceso electoral que aún está por terminar para precisar resultados, la democracia resultó muy dañada en sus entrañas y en sus principales árbitros, sin contar que la manipulación, la desinformación, la polarización y muchos otros factores, generaron un clima de confusión o, en el mejor de los casos, de conformismo y cómoda aceptación del riesgo, porque prefieren seguir recibiendo dinero a la segura en lugar de transitar por el camino de la certeza donde el trabajo les multiplique las oportunidades de crecimiento, desarrollo y bienestar con dignidad.

Por otra parte, resulta urgente que en esta evaluación de los daños, los principales actores políticos recurran a la autocrítica y a la revisión profunda de las causas y elementos que arrojaron los resultados en la votación. Aquí solo algunas ideas sobre lo que urge realizar, aunque

1.- La renuncia de dirigentes de partidos, la reestructuración de los mismos y la redefinición de sus plataformas políticas, incluso, si es necesario, se piense en una refundación, aunque no cambien de nombre.

2.- Que las organizaciones de la sociedad civil igualmente trabajen en la revisión del trabajo realizado para detectar debilidades, errores, fallas y, sobre todo, orientar sus acciones al fortalecimiento, crecimiento, la ampliación de sus campos de acción temática y territorial con definición de nuevos objetivos. De hecho es necesario aprovechar la experiencia obtenida en este proceso y capitalizarla, porque vendrán tareas muy importantes como organizar una verdadera resistencia civil bien sustentada, estructurada y con objetivos claros.

3.- Partidos y sociedad civil deberán trabajar en la identificación, formación y fortalecimiento de nuevos liderazgos cuyo principal objetivo sea promover y desarrollar una verdadera cultura cívica y política a partir de la reconstrucción del tejido social hoy tan deteriorado. En esto será clave el fortalecimiento y la cohesión de la familia.

4.- Fortalecer las redes de organizaciones ciudadanas con plataformas de comunicación interna, pero también para proporcionar información sustentada y verificada a la población y que se contrarresten los negativos efectos de las redes sociales digitales que desinforman y generan falsas expectativas sobre una realidad o, peor aún, que crean una percepción falsa a partir de un algoritmo social del que inconscientemente se hace eco pero solo genera desengaño y desagradables sorpresas, como nos ocurrió a millones de mexicanos que creímos que pesaban más las evidencias del daño causado, que el reparto de dinero y la manipulación. Lo importante es que seguimos vivos y que la esperanza es la que muere al último. Aún es tiempo.

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.