DOCTRINA TRUMP

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Por José Díaz Madrigal

Cuando el quinto presidente de los Estados Unidos James Monroe, daba su informe anual ante el Congreso de su país; proclamó como suya la que años más tarde se conocería como la Doctrina Monroe. En realidad quien la había planteado primero fue John Quincy Adams, que era en esa administración el secretario de estado y, sería en el siguiente periodo el sexto presidente de esa nación.

La Doctrina Monroe, que de alguna manera sigue vigente desde que se dió a conocer en el siglo antepasado; ha sido base de la política que aplica el gobierno vecino en todo el continente americano. Esta idea en síntesis expresa: América para los americanos. Pero en cierto modo, esa doctrina lo que en los hechos quiere decir es: América para los estadounidenses, puesto que ellos mismos se denominan americanos.

En un principio la doctrina se presentó como una defensa de los procesos de independencia de los países latinoamericanos de España. Sin embargo llevaba implícita otra oculta intención. Durante ese tiempo británicos, franceses y holandeses; se posicionaron de pequeñas partes de territorio. Los gringos tuvieron cierta tolerancia, no así con los españoles.

Como quiera que sea, la Doctrina Monroe les funcionó en concreto contra España y las colonias que tenía de este lado del Atlántico. En 1845 echaron a volar la otra intención oculta de la mencionada doctrina. El décimo primer presidente James Polk, sacó a relucir la doctrina de su tocayo; pero ya con el propósito de apoyar las pretensiones estadounidenses sobre Texas y California. Los texanos ya se habían independizado de México y la idea era convertirse en otro estado de La Unión, pero también iban con ganas por California, Arizona, Nuevo México y territorios anexos. En menos de tres años lograron todo.

Esa Doctrina Monroe, ha sido la más conocida e influyente en el continente americano a lo largo de 200 años. Sin embargo en 1947 el trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos Harry S Truman, en el marco de una coyuntura histórica, luego que terminó la Segunda Guerra Mundial; emitió la Doctrina Truman. Ésta fue hecha ante el constante avance del comunismo en el mundo.

Terminada la Segunda Guerra, cayó un telón de acero de aplastante comunismo pro ruso en los países de Europa Oriental. Para cerrar la tenaza de la pinza comunista sobre aquella región, a Stalin le faltaban dos países, uno europeo y el otro de Asia Menor: Grecia y Turquía respectivamente. Ante este peligro, Truman solicitó al Congreso norteamericano, dinero para salvar a esas dos naciones de las garras comunistas. Este objetivo también fue logrado por los estadounidenses, rescatando del comunismo a esos dos pueblos.

Ahora en el 2025, se está implantando la Doctrina Trump, claro está, él no le ha puesto el nombre todavía. Pero lleva el mismo modus operandi de las otras dos. En el ámbito interno está aplicando lo que había dado a conocer en campaña, una dura política migratoria y, está haciendo redadas y deportaciones masivas de muchos indocumentados. Estas acciones las lleva a cabo bajo el paraguas de las leyes de su país, lo que tiene validez jurídica. Aún así, lo que utiliza es un argumento meramente legaloide, de estrechez de pensamiento, de mirada de túnel, sin darse la oportunidad de ver el panorama completo; que necesariamente involucre la parte ética y moral de lo que está haciendo. Le falta la tolerancia del humanismo Cristiano y la compasión propia de los hombres virtuosos. Ojalá haga una reconsideración de esa clase de política.

En el campo de los asuntos exteriores, tiene varios frentes abiertos. Primero la aplicación de aranceles para productos que quieran ingresar a los Estados Unidos, sobre todo acero y aluminio. Para los tres socios más importantes: México, China y Canadá, ahorita los trae en jabón; con la amenaza de aplicarles impuestos a todas las mercancías que lleguen a La Unión Americana.

Por otro lado, parece ser que ya se está tejiendo un principio de acuerdo con los rusos, para poner fin a la guerra que mantiene en Ucrania -en 8 días cumple tres años-. Tal vez no sea el mejor convenio, pero es importante quitar el peligro de una guerra mucho mayor, que ponga en riesgo a millones de personas.

En cuanto al viejisimo problema del Medio Oriente, que por el puro fanatismo palestino, no se ha podido llegar a un punto intermedio, que satisfaga a judíos y palestinos. Lo que ha propuesto Trump es reubicar a los gazaties a Egipto y Jordania. Con el propósito de ver sí de una vez por todas se acaba con la sangría de ambas partes y también el miedo de vivir y visitar esa zona.

La sugerencia trumpista suena a radical. Carlos Sánchez, buen amigo del rumbo de Fatima; me comentaba en alguna ocasión acerca de dos hermanos intransigentes: estos vales de plano no tienen lado, por más que se les busque, nomás ha de ser que sus chicharrones truenan. Así del mismo modo son los palestinos. En 1948 se les hizo la propuesta de crear dos países y no aceptaron. Lo que traen con enfermiza fijación, es desaparecer al pueblo de Israel a rajatabla. Viendo ese insalvable rompecabezas, no es descabellada la idea de Trump y probar a que se acabe el añejo problema.

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a CN COLIMANOTICIAS.