“Una patada en el trasero”

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Por: Jonás Larios Deniz.

Una patada en el trasero es lo que algunos padres dan a sus hijos gays dejándolos en la calle, dice Valentín Castillo Rubio, mejor conocido como Ángelo; se refiere a la prostitución de hombres gays y transgénero en Colima. Ángelo señala que aunque algunos lo hacen por “putería”, otros lo hacen porque en su familia les dan una patada en el trasero, los mandan a freír espárragos y no tienen otra forma de mantenerse más que prostituyéndose. Los transgénero, transexuales e intersexuales en Colima son invisibles, nadie quiere reconocerlos, ni respetarlos. En la zona metropolitana se ridiculiza la posibilidad de respeto a través del festejo de las fiestas charrotaurinas en el municipio de Villa de Álvarez, particularmente con la cabalgata que protagonizan los taxistas, llamada el “día de la gasolina”. La falta de respeto es mayúscula y se traduce en palabras hirientes como “jotos”, “maricones” y “vestidas”. Entonces, los hombres heterosexuales, los homosexuales, mujeres, niñas y niños, acuden a este desfile nocturno con el claro propósito de burlarse de la integridad de quienes se identifican con un género distinto del cuerpo con el que nacieron. Se hace escarnio de las identidades de género alternas, se fija una postura violenta, abrupta, de la existencia de dos únicos géneros: hombres y mujeres. Entonces ¿Hay más géneros? Por supuesto que sí, debemos escuchar la voz de quienes viven ser hombres y ser mujeres de formas distintas a las que marca la heteronormatividad. Propongo que para terminar de faltarnos al respeto todos y todas organicemos un desfile nocturno donde lastimemos a las personas con discapacidad, adultos mayores, personas de origen indígena, incluyamos a todos y todas las que consideremos motivo de escarnio por ser diferentes. Podrían salir hombres en caballo (con una cerveza en la mano) vestidos de ancianos, sin dientes, con arrugas, con jorobas; o bien, fingiéndose invidentes, paralíticos, con síndrome de Down, con sordera o simulando retraso mental. Incluso, podrían desfilar hombres montados en caballos haciendo mofa de trajes típicos de los nativos de Colima y de otras partes de la República Mexicana. Dirán que no es lo mismo, porque a los gays les gusta que se burlen de ellos. En mi opinión, a nadie le gusta ser ofendido, nadie debe ofender a nadie. Nadie, nunca, de ninguna manera. Me preocupan las faltas de respeto a la población LGBT, pero es más preocupante el discurso misógino que nuestra sociedad colimense utiliza para defender estas prácticas discriminatorias desde el supuesto de la cultura charrotaurina villalvarense. Se burlan de la figura de la mujer, porque la estiman como ser inferior al hombre. A propósito de mi reflexión, la Universidad de Colima a través de la Facultad de Pedagogía propone el tema de la educación para el respeto a las personas transgénero, abriendo una colaboración con el Gay Community Center en Los Ángeles, California. Es recomendable que los representantes de los gobiernos municipales y las instancias de gobierno estatal acudan al encuentro con Drian Juárez, manager del Programa de Empoderamiento Económico para Personas Transgénero, que tendrá lugar el miércoles 24 de septiembre del año en curso en el campus Villa de Álvarez de la máxima casa de estudios en Colima. La violencia se combate con educación y empoderamiento.

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima