TONALTEPETL

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Por: Gustavo López Solórzano

La escuela primaria era céntrica y contaba con dos grupos de primero a tercero, el resto (4, 5,6.) tenían solo uno. Sin duda alguna eran docentes de los de “antes”, por usar un término para resaltar su calidad y compromiso a la hora de cumplir con su responsabilidad y sobre todo, la parte humana, eran como segundos padres para todos nosotros, incluso con derecho no solo a una llamada de atención sino hasta un buen coscorrón ganado a pulso. Recuerdo el sismo del 73, todos nuestros maestros respondieron como uno solo a la par del director y del conserje, arropando a los alumnos cuidando que nada nos pasara.

Con cierta frecuencia se realizaban actividades para obtener fondos en beneficio de alguna actividad significativa que siempre recaía en bien nuestro como alumnos. Los padres de familia siempre participaban con gusto y se involucraban de lleno en las actividades a las que convocaba el plantel a través de su director y cuando algún estudiante faltaba, la maestra preguntaba, “¿quién conoce a fulano?” ¿Sabes dónde vive? ¿Ve pregúntale a su mama por que no vino? Existía un interés genuino de parte de nuestros docentes, la integración era como la de una familia.

“Mira vale, mejor te vas a tu casa y le dices a tu mama que venga, si no, no vengas tu tampoco”. La sentencia fue seca, todos guardamos silencio, casi puedo decir que hasta contuvimos la respiración, pues el tono imperativo de la maestra no dejaba duda; que un padre de familia fuera llamado significaba que las cosas no iban bien y que seguramente se pondrían peor. Era mi época de estudiante en primaria y a quien había corrido la maestra fue a un compañero que no había llevado la tarea ese día y además estaba jugando dentro del salón de clase, en menudo aprieto se había metido.

Al día siguiente fulanito llegó acompañado de su madre y escuchó de pie las razones que argumentaba la maestra, al terminar su intervención ella concedió un espacio para que el estudiante en mención pudiera defender sus argumentos o justificara el porqué de su conducta. Naturalmente en este caso, todo concluyó con un “voy a portarme bien” del regañado compañero, pues en otras ocasiones era un, “nos vemos en la casa” de algún molesto padre de familia. Ciertamente nuestros padres nos dejaban bajo la responsabilidad de nuestros docentes, pero también estaban atentos a cualquier llamado para coadyuvar en nuestra formación.

Hoy el gobierno del estado a través del programa de Prevención Social contra la Violencia y la Delincuencia, promueve un taller denominado de  “Parentalidad Positiva”, mismo que está enfocado a la recuperación de valores importantes y al manejo de emociones que ponen en riesgo la salud de los estudiantes de educación básica. El taller involucra a docentes y padre de familia en forma directa, rescato un detalle significativo la capacitación se imparte en sábado y por lo tanto es día inhábil laboralmente hablando para los docentes, sin embargo con mucho profesionalismo y espíritu de servicio, estos acuden de buena voluntad. El Secretario de Educación ha reconocido y felicitado ese noble gesto, afirmando además que la instrucción garantiza un mejor futuro para quienes la reciben y con ello lograr mejores ciudadano. Así que una vez más bien por el gobierno del estado que en mancuerna con sus instituciones trabaja para el logro de nuevos y mejores objetivos con un beneficio común.

ABUELITAS:

Don Héctor, un amable lector que me acompaña leyendo esta columna, me envió un mensaje en donde me comparte que es necesario aplicar el reglamento de tránsito para los ciclistas, pues en su opinión, “al igual que los polarizados, (vehículos) no hay quien los detenga, viajan en sentido contrario, circulan por las banquetas”, etc. con gusto lo comparto, y agrego que ya el ayuntamiento de Colima está trabajando con políticas públicas que incluyen a los ciclistas para el cuidado del medio ambiente y una cultura del movimiento; desde luego, con el compromiso permanente del presidente municipal para que todo sea dentro de la ley. Es cuánto.