TAREA PÚBLICA

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LAS NORMALES: ¿PROBLEMA O SOLUCIÓN?

Por: Carlos Orozco Galeana

A lo largo del 2015, el INEE, por boca de su consejera presidenta Sylvia Schmelkes,  insistió en la necesidad de hacer una  transformación profunda de la educación normal en México, pues según estudios, “ la crisis educativa nace en las escuelas normales ya que tres de cada cinco que estudian para ser profesores, es decir 78 mil jóvenes, provienen de familias cuyos ingresos económicos están por debajo de la línea de bienestar mínimo, y además, un 60 por ciento del total de egresados normalistas carece del perfil idóneo para ser maestro”.

Si estas conclusiones fueran  correctas, estamos hoy frente a un verdadero colapso nacional, pues  ello indicaría  que el aparato educativo tiene cimientos deficientes y que las consecuencias negativas son harto visibles. ¿Y son visibles?

Yo digo que sí, frente a los avances logrados y el sistemático incremento presupuestal a la educación, hay fallas enormes como la falta de aprovechamiento óptimo en los diferentes niveles, desigualdad entre regiones, deserción estudiantil a temprana edad, desorganización y verticalismo en escuelas. Muchos estudiantes carecen de elementos para expresarse verbalmente y por escrito y  arrastran deficiencias, pero  increíblemente aprueban un año tras otro. ¿Pues como le hicieron?  En mi vida universitaria, conviví con estudiantes que no sabían con qué letra se escribía  una palabra común. En una ocasión, uno de mis maestros de UNAM reprobó a un alumno porque escribió uso de usar, de utilizar, con h y con z. Y yo me pregunté: ¿Cómo llegó este vale  aquí, a esta catedral del conocimiento? LA UNAM por democrática, supongo, acepta reprobados.

Sylvia Schmelckes no opinó al tanteo pues refirió que  esos alumnos normalistas no aptos para dar clases provienen de sistemas educativos deficientes, probablemente de escuelas indígenas o rurales pequeñas o de  un curso comunitario, de una telesecundaria, o de  un tele bachillerato; entonces, dice, tienen dificultades para el éxito académico dentro de las normales. Por ello, ante el Senado, pidió que  ese 60 por ciento de jóvenes que viven en pobreza, sea apoyado no solo con una beca sino mediante programas propedéuticos, remediales y de apoyo durante el tiempo que estudian para que no desistan y obtengan resultados mejores y pasen el examen de ingreso a la docencia.

De este modo y según lo anunció Aurelio Nuño,  paulatinamente  la selección de docentes no será monopolio de las normales para tener una plaza de maestro, pues a partir del 2016 todo aquel que tenga un título universitario podrá participar para  tener una plaza.  En un plazo no mayor a 15 años,  al menos 50 por ciento de los nuevos maestros tendrán una formación académica profesionalizada en varias áreas ajena a la especialización docente que imparten las normales.

Terrorífico suena esto para aquellos centros de estudios normalistas que no cumplen cabalmente, según la SEP, con su cometido de formar profesores conforme a los planes de estudio vigentes. En el caso de Colima, hay una escuela competitiva, muy tradicional, pero destacada en las evaluaciones, pero  como se mide al conjunto, se hace tabla rasa sobre la viabilidad de las normales.

No estaría mal, por otra parte,  como lo consideran algunos profesores, que las normales analizaran y redefinieran su misión y su visión, que exigieran  liderazgos académicos en pro de la innovación  educativa; que dieran voz a los alumnos, rindieran  cuentas y transparentaran toda acción institucional, impidieran  la intervención sindical y cerraran opciones a grupos de poder.

Es que finalmente la escuela se ha atorado, junto con las familias, en la formación eficaz de las personas a juzgar por la descomposición moral que vivimos: violencia interminable, incremento de adicciones entre jóvenes, gran parte de la  clase política nacional corrupta y cínica, falta de productividad y competitividad, voracidad empresarial, sobornos y altos costos de obra pública.

Como dice  Schmelkes, en uno de sus textos, “Sin calidad en las personas, tendremos ciudadanos con potencial subversivo, disolución social, puesto que su ausencia propicia el cinismo y la frustración colectiva, la simulación de todos contra todos.”