TAREA PÚBLICA

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LA GIRA DEL PAPA

Por: Carlos Orozco Galeana

En todas las épocas, la visita de los papas a cualquier parte del mundo y con más razón a los lugares donde hay conflicto o guerra civil, es bienvenida porque abre espacios de reflexión y apertura  a la paz; es por esto que el mundo observa atentamente esos viajes, ya que  se espera mucho de ellos. No pocas veces sus intervenciones  modifican  para bien el modo de actuar de diversos regímenes. Ahora mismo, el papa hizo un llamado a la paz en Colombia entre el gobierno y las FARC, que llevan 30 años negociándola. Desde 2012, el gobierno del presidente  colombiano Juan Manuel Santos y las FARC realizan conversaciones por la paz y la reconciliación  en La Habana. Y ya van en el cuarto intento en aquel lapso, y la lucha sigue haciéndose.

Por supuesto, no faltan los que critican que el mandatario católico viaje en avión o los que al verlo aun cercanamente digan no sentir nada con su presencia,  o los  que abiertamente lo combaten por razones de tipo ideológico. De los ateos, ya se sabe, son sus contras gratuitos.

El Papa Francisco anduvo por  Cuba antes de llegar a Estados Unidos.  Habrá ido a dos pueblos distintos, uno aferrado a continuar sin dar su brazo a torcer por el camino  del socialismo dizque moderado y con libertades restringidas hasta hoy, y otro con su modelo capitalista de explotación que genera un individualismo y un materialismo que tienen enfermos a millones de personas. Se espera que ambos países, habiendo ya  reanudado relaciones, terminen con su historia de hostilidades y construyan la paz respetándose. Que se reconcilien.

En la Plaza de la Revolución, ante los mandatarios Raúl Castro, Cristina Fernández y miles de creyentes, el papa Francisco llamó a no servir a las ideas, sino a las personas. Hay un servicio que sirve, dijo, pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del servicio que se sirve”, dijo en su primera misa en Cuba. Reflexionó sobre un tipo de servicio que excluye, y es el que tiene como interés el beneficiar a los “míos” en nombre de lo “nuestro”. Y este servicio, explicó, siempre deja a los “tuyos” fuera. “Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no sirve a ideas, sino que sirve a las personas”.

Esta es una crítica muy precisa al ejercicio del poder, que se aferra a considerar nada más a los que se identifican con una sola corriente, bandera, gobierno o partido y deja fuera a los opuestos e incómodos. Ese  no es servicio, diría el Papa. Tampoco es servicio el actuar de los políticos que son intolerantes frente a sus opuestos tradicionales. Quién sabe cómo le cayó esto a Fidel, a su hermano Raúl y al resto de la jerarquía política que manda ahí.

La situación en Cuba no es de libertad absoluta. Hay resistencias del régimen a ser plural y tolerante. Se volvió esclavo del poder que conquistó. No respeta a las personas.  Congruente con ese modo de ser, mantuvo vigilancia especial sobre  dirigentes de oposición que pretendieron incluso acercársele el Papa, “lo que no impidió que muchos cubanos, seguidores suyos, llegasen como pudieron, en bicicletas, coco taxis (motos con caparazones amarillos), guaguas (camiones), a pie”. El Papa es muy  querido.

El Papa Francisco consideró  a los cubanos como  un gran pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, que camina, canta y alaba. “Es un pueblo que tiene heridas, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza porque su vocación es de grandeza”.

El Papa Francisco es, esto es  muy claro, esperanza de concordia, de vida sensible. Que el mundo lo escuche y especialmente los poderosos, es urgente; muchas cosas se resolverían. Unidad en la diversidad; comprensión, misericordia, respeto, tolerancia, son principios y valores que han de practicarse para hacer posible la paz.

En su vuelta al Vaticano y tras viajar luego de Cuba a Estados Unidos, el Papa Francisco participa en medio de una jauría de lobos en el Sínodo de las familias, un foro que a pesar de ir en su octava edición no provoca aún los cambios que la Iglesia necesita porque ahí habitan las fuerzas más conservadoras.