TAREA PÚBLICA

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ELECCIONES A LA VISTA

Por: Carlos Orozco Galeana

El país se aproxima a una nueva jornada cívica para junio próximo, ocasión en que se elegirán nueve gobernadores y cientos de alcaldes, diputados locales y federales. Los partidos, luego de una calma tensa, están dinamizados y  organizados para conquistar la voluntad de los ciudadanos.

Este fin último no será  fácil obtenerlo  porque en su mayoría   gozan de un gran descrédito porque solo persiguen el poder  y no sirven a las comunidades. Tienen más negativos que positivos en los reportes que se publican de firmas sólidas como Mitofski. Grandes series  de millonarios salen cada seis años de sus hornos con riquezas ofensivas.  Lo mismo puede decirse de los partidos nuevos, recién autorizados; cuando se legalizaron, sus dirigentes  comenzaron a pelear por los presupuestos, nada despreciables. A México le cuesta muy cara la democracia para el bienestar  que produce.

En el 2014, si los lectores recuerdan, presenciamos en varios partidos luchas internas por el control de los dineros. Los más voraces se acusaron de todo en un espectáculo denigrante. Argumentaban traiciones y falsas representaciones, pero en el   fondo estaba el pleito por el dinero. Madero y Cordero, del Pan, se exhibieron tal cuales son: políticos voraces e insaciables.

El proceso electoral de este año no ha sido la excepción. Hay dinero a manos llenas, del estado y de los particulares. Ha de cuidarse que el narco no aporte lo suyo porque luego hay complicaciones severas para los que ganan. No se lo pueden quitar de encima, y luego hay consecuencias funestas por los malos arreglos.

Reitero: tenemos una democracia muy cara, pero es preferible a tener una dictadura; el sistema democrático  tiene sus fallas, aunque sigue siendo el menos malo. Por su parte, la Iglesia católica plantea que el Estado debe averiguar e implantar nuevas formas de distribución del dinero para campañas y actividades ordinarias porque la competencia electoral se presta para más corrupción y el  INE parece resuelto a normar con efectividad las actividades políticas con motivo de las campañas.

Pero de  lo perdido – la honradez, el ideal – lo que aparezca. Los ciudadanos tenemos que sacar el mayor provecho posible de la justa  electoral que viene y tener las antenas bien puestas para dar nuestro voto a los que lo merezcan. Muy pocos lo obtendrán, sin duda, pero es importante votar. Si ejercemos este derecho, pueden enderezarse muchas cosas; si nos abstenemos,  seguirán igual o peor. Ignacio Peralta, el más aventajado de los aspirantes a gobernador, ha expresado su preocupación de que la gente se haga a un lado y no vote, por lo que urgió a la participación responsable.

Hemos de fijarnos en los antecedentes y propuestas viables  de cada quien, no en las frases amañadas que algunos presentan como slogan, o en las miradas tiernas e interesadas de personas que están lejos de ser lo que dicen ser o sentir lo que dicen sentir respecto a la situación social. Las elecciones son como un río revuelto, en donde cualquiera puede pescar en forma abundante.

Por lo menos, en esta campaña ha habido  abstención de  candidatos a usar a sus esposas y a su familia entera para aparentar que son personas ejemplares,    sacrificados y honorables progenitores y jefes. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Quizás se dieron cuenta a tiempo que les resultaría difícil sacar dividendos de esa acción y prefirieron causar algún bullicio con otras actividades que más redituaran.

Lo ideal sería que pura gente positiva, comprometida con las comunidades, se hubiese apuntado a competir en una elección, pero esto es imposible. Si la hay  con esta característica, pero su participación es inexistente en el caso de los candidatos ciudadanos. Se habrán colado seguro, entre el conjunto de aspirantes, los que no tienen el menor deseo de servir sino de buscar oportunidades  de provecho para sí mismos.  Hay que detectarlos a tiempo. El ámbito de la política se nutre de muchos que no tienen espíritu de servicio sino un corazón egoísta y convenenciero. Participemos en las elecciones con la convicción de que haciéndolo en forma responsable y atinada  cooperamos a la estabilidad y al progreso social. Recordemos que de nuestra decisión depende que el gobierno se integre con los mejores, con personas más honradas que trabajen mejor y respeten los derechos de todos aplicando la ley con transparencia y oportunidad desde las responsabilidades  que ocupen. Dirá usted: se vale soñar. Sí, pero no hay otro camino, no hay otra manera de perfilar un cambio que es urgente.