TAREA PÚBLICA

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IGNACIO, POR DERECHO PROPIO

Por: Carlos Orozco Galeana

La sucesión del gobierno estatal ofrece la ocasión  para  escribir sobre diversas personas del terruño  que se han destacado históricamente como colimenses brillantes. Al grano, rápido: En mi época, cito al expresidente Miguel de la Madrid Hurtado, ex presidente de México, quien gracias a su formación académica – estudió en Unam y Harvard – y al servicio que prestó a  diversas instituciones,   trascendió y ocupó el máximo cargo en el país. Su señora madre resultó vital en su formación tras un hecho trágico que  privó de la vida a su señor padre y lo dejó huérfano.

Luego me viene a la mente el maestro Benjamín Fuentes Gonzáles, quien realizó en Colima y en el Distrito Federal una carrera que culminó como subsecretario de la SEP. Fue un colimense que ocupó un cargo abajo del de secretario, y fue reconocido por tirios y troyanos como un funcionario eficaz. Le faltó quizás participar en el terreno académico, pero nadie puede regatear sus méritos.

Completo la tercia con Doña Griselda Álvarez, primera gobernadora en la historia de México y excelente poeta (mejor en esta faceta que como política). La maestra hizo  una carrera administrativa que la llevó a servir en el Imss a nivel nacional, luego ocupó el cargo de senadora que ganó en las urnas, para dar el brinco a gobernadora. Pocos colimenses podrían discutirle su trayectoria positiva.

Desde luego que hay muchísimos colimenses más que han destacado en las artes, la escritura, la política, como líderes de alguna ONG;  hay personas que se han distinguido por sus obras altruistas, como maestros, gente emprendedora que ha creado fuentes de empleo y  que en su conjunto ha aportado mucho para tener la sociedad y el estado que tenemos.

Y   en los momentos  actuales,  en plena competencia política, tenemos a Ignacio Peralta Sánchez, un hombre estudioso, disciplinado y efectivo en su profesión quien forma parte de una generación  de economistas brillantes que estudiaron en universidades europeas. No ha habido en Colima uno de esa profesión con tan altas dotes académicas  y trayectoria como las de  él.

Los colimenses bien nacidos hemos  de tener   una satisfacción muy grande  por la opción de que  un servidor público como Ignacio pueda ocupar el máximo cargo en Colima. No tiene la candidatura en la bolsa (solo está en la antesala,  como dijo el presidente del PRI local, pero compitiendo con otros muy  valiosos también). Sirvió en Banco de México,  seis años en el gobierno de Gustavo Vázquez y Silverio Cavazos y luego más de dos como alcalde de la capital, de donde  en forma momentánea fue presentado por el PRI como candidato a senador sin ir más allá, para ocupar luego el cargo de subsecretario de SCT donde hace  un trabajo   que le reconoce el propio presidente Enrique Peña Nieto, y que de ser tan bueno podría orillar a este a conservarlo en el gobierno central.

Soy de los que pienso que no está bien someter a Ignacio  a una catarata de burlas por servir al gobierno central y aspirar a gobernar Colima.  Son sus altas cualidades como economista  las que lo han llevado al lugar que ocupa, nada le llegó del cielo. Mientras  hay millones de jóvenes en el mundo que optaron en su momento por no estudiar o por hacerlo en forma mediocre, Ignacio se fue a lo grande y estudió con responsabilidad.   Si  algunos le restan méritos o acaso lo menosprecian es porque desconocen  todo lo que hace una persona que se decide a no ser del montón, a salir de la vulgaridad;  es hora de que se le ubique en el lugar que merece: entre la gente de bien, entre los buenos servidores públicos.

Ignacio es un elemento muy valioso del PRI. Enrique Peña Nieto le otorgó una gran responsabilidad por su formación profesional y su perfil moral. Si no le tocara  ser candidato a gobernador,  es porque quizás resultó más aceptado otro de sus compañeros o porque  el régimen federal lo necesita donde está o lo requeriría en otro sitio de rango más elevado. Pero reitero, méritos y derecho los tiene por sus capacidades y convicciones. El problema del PRI será el de sanar las heridas prodigadas por los partidarios de uno y otro aspirante.   Los políticos  son como las ollitas de Tonalá, sentiditas, quebradizas. Han de unirse allí  los que hoy apuestan por diez precandidatos. Las sumas de intereses personales no son automáticas.