TAREA PÚBLICA

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REFORMA AL BACHILLERATO

Por: Carlos Orozco Galeana   

Tuve la oportunidad de escuchar la conferencia del subsecretario de educación media superior de la SEP, Rodolfo Tuirán Gutiérrez el lunes 18 por la mañana en la que explicó las políticas que en esta materia hace el gobierno de la república para resolver los problemas que en ese nivel de estudio se han agudizado al paso de los años. Se engloban en una reforma integral que pretende lograr en su aplicación una cobertura del 80 por ciento en la demanda de bachillerato, que es hoy del 70 por ciento apenas. La meta es que en el 2022 se tenga una cobertura del 95 por ciento.

Antes de esta reforma, el Estado planteó dos más en el 2012 y 2013 tratando de resolver una situación grave en extremo pues el abandono de los jóvenes en este nivel es altísimo y es por ello que ahora la preparatoria es gratuita y obligatoria. El gobierno tiene la convicción de que el retiro de las aulas “no es inevitable”. La presidente del INEE, Silvia Smeckel, dijo en días pasados que del millón de desertores de los primeros tres niveles escolares, 600 mil son de bachillerato. Estremecedor es esto.

¿Qué pasa con los que abandonan la escuela a la edad de entre 16 y 22 años? Lo primero que hace la mayoría es buscar oportunidades y, si las encuentra, ponerse a trabajar quizás para ayudar a sus hogares, aunque lo hace en una condición de devaluación de sus saberes y obteniendo un salario que está lejos de ser bien remunerado. Otros se dedican a la vagancia y no pocos se van a formar filas con la delincuencia organizada. Es obvio que al estudio ya no regresan.

El impacto en la economía nacional de este alejamiento de la escuela es amargo. México no puede producir con calidad porque su educación no cubre por razones presupuestales, multiculturales, las exigencias de una economía competitiva. Los mexicanos inventamos poco, y los estudiantes que podrían llegar a ser científicos de nivel, sufren mucho para abrirse campo en su propio país y terminan por irse al extranjero donde aprecian una vida mejor que la de aquí.

La SEP identificó, tratando de ubicar el problema en su magnitud, dificultades   en la relación de los alumnos con la escuela y de esta con los padres de familia. De hecho, dijo Tuirán, estos se alejaron de la escuela a diferencia de antaño, cuando estaban pegados a la forma en que se educaba a los hijos. Los tiempos cambiaron, evidentemente. Son casi un 80 por ciento   los padres que perdieron esa comunicación vital con directivos escolares. También ratificó el funcionario lo que es sabido: hay más presupuesto y más atención para las clases sociales que más tienen respecto a las que menos tienen, lo que reproduce la desigualdad automáticamente. Es decir, la sociedad financia a los de mejor economía dotándolos de las condiciones más favorables para estudiar, en tanto que a los más rezagados se les da una educación de menor calidad por vivir en regiones apartadas, por tener condición socioeconómica en desventaja o por estudiar con esquemas menos modernos.

Entonces ni qué dudar que estamos frente a una situación límite que ha de resolverse porque se volvió ya contra la comunidad. El mal es estructural, me parece que el entorno social ha de transformarse para que la educación haga su papel de armonizar y hacer progresar a la sociedad. Puede existir una escuela de gran calidad en una determinada región, pero si alrededor de ella las relaciones económicas y culturales están pervertidas, de nada valdrán inversiones, planes y programas o esfuerzos extraordinarios del gobierno.

La SEP pretende construir o ampliar instalaciones, aprovechar la infraestructura existente   e impulsar la modalidad no escolarizada. Entre las estrategias, según dijo el subsecretario, sobresale la creación de telebachillerato para zonas indígenas, la preparatoria en línea a partir de este año, el impulso al movimiento contra el abandono que comenzó en el 2013, la estimulación en el aumento de las tasas de transición entre el abandono escolar y la plataforma que ofrece el programa Oportunidades, y el fortalecimiento de un fondo de inversión en infraestructura.

Todo lo que haga el gobierno es digno de reconocerse, pero ha de valorarse correctamente que la pudrición social que se manifiesta tras abandonarse la escuela, deriva de circunstancias originadas en la familia o en una atención escolar complicada. Buena la visita a Colima del subsecretario Tuirán, que plantea una salida a la crisis del bachillerato. Hay que reconocerla.