SOLILOQUIO

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Cultura o educación vial (2ª. parte)

Por: Yaret Ramos Vallett

La semana pasada se quedaron algunos puntos importantes sin tratar sobre la educación vial en el estado, así me lo hicieron saber en algunos comentarios, así que creo oportuno continuar con el tema, pues cada día hay más jóvenes menores de edad tras el volante de un auto.

Me pregunto si aparte de enseñarles lo básico en el arte de la conducción de un automóvil, los padres de esos pubertos les informaron a sus hijos de la importancia de no cruzarse el semáforo cuando la luz es ámbar, o si les dieron una cátedra sobre el reglamento de tránsito, realmente lo dudo, porque he visto bastantes adolescentes casi niños, al frente de un volante que, sin ninguna precaución, manejan a altas velocidades y se pasan el semáforo aunque esté en rojo.

Ya lo he dicho en otras ocasiones la educación debe darse en casa, incluso la educación vial, pero si ni los padres saben cómo conducir un vehículo apropiadamente ¿cómo les enseñarán a sus hijos a hacerlo?

Es de suma importancia que las autoridades de movilidad (municipales y estatales) se pongan las pilas y lleven a cabo cursos de educación vial, para la población y para ellos mismos, ya que cada vez es más difícil circular entre tanto auto, camión y motocicletas que no llevan una velocidad constante por el carril que les corresponde, pero como me decían en uno de los comentarios de la semana pasada “en Colima no existe el carril de alta velocidad” exacto! Entonces cómo pedirle a alguien que respete algo que no existe y mucho menos que no conoce.

Parece redundante, pero lo que pretendo es reiterar en la necesidad de educarnos correctamente en esto de la vialidad, por el bien de todos los que manejan un vehículo cotidianamente y exponen su vida en el intento de llegar con bien a su destino, ya sea por mano propia o por la de un conductor de taxi o de autobús urbano y en ese sentido hay mucha tela de donde cortar.

Yo puedo hablar sólo de mi experiencia y como son muchas las veces que me traslado en camión urbano o en taxi, también ahí me he dado cuenta que los choferes de estas unidades ni idea tienen de lo que es la educación vial.

Los taxistas se creen dueños de las calles y para evitar los semáforos toman rutas alternas, “atajos” según ellos, entre calles interiores empedradas y van a exceso de velocidad sin la menor precaución, mientras el pasajero sólo brinca de un lado a otro por tan mal estado en el que se encuentran los empedrados.

¿Y qué decir de los choferes de camiones urbanos? Yo no sé si les hagan algún examen de conducción, pero la mayoría no tienen respeto por los pasajeros, ni por los conductores de automóviles, pues muchas veces he sido testigo de cómo les avientan el camión como para amedrentarlos, además si ya se les hizo tarde para checar van rapidísimo y ya ni se detienen por el pasaje que los espera en cada parada.

¡Ah! Pero si van adelantados en el tiempo, entonces se van tan lento que el pasajero llegaría a pie más rápido que la ruta, sin tener en consideración que la mayoría de las personas que van en su unidad tienen que llegar a una hora específica a sus trabajos o escuelas. Esto también es falta de educación vial.

Como yo veo las cosas es muy necesario que todos tomemos cartas en el asunto para tener una mejor convivencia vehicular en Colima, ojalá que esto llegue a Gisela Irene Méndez y se reúna con todos los encargados de movilidad en los municipios para generar una educación vial que nos lleve a ser una entidad con cultura vial.