PARACAÍDAS

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Carlos de la Madrid Virgen, in memoriam

Por:  Rogelio Guedea

Hace unos días falleció el ex gobernador de Colima Carlos de la Madrid Virgen, a quien pude conocer de forma personal y familiar pues estaba casado con una prima hermana de mi padre: mi tía Amelia Guedea. Aun cuando la vida pública y la privada suelen ser dos ámbitos distintos y distantes, en el caso de mi tío Carlos de la Madrid estas dos dimensiones nunca se dieron la espalda. El puente que las unía era, como lo afirmé hace poco que escribí con motivo del doctorado honoris causa que le otorgó nuestra alma máter, la integridad moral que siempre lo caracterizó. Su probidad, modestia y prudencia, que lo ataviaron tanto en lo privado como en lo público, lo hicieron un hombre de una sola pieza, por eso el que llegó a conocer a cualquiera de los dos (al público o al privado) también pudo conocer al otro, pues ambos vestían el mismo rostro. Es, sin embargo, el hombre público el que más interesa a la memoria política colimense, y por lo que será mayormente recordado, aunque sus méritos como universitario y su pródiga carrera como servidor público no sean para nada exiguos. De la Madrid Virgen fallece, en este sentido, en un momento crucial de la historia política colimense: el pre-arranque de las campañas electorales que definirán, a mediados de 2015, el relevo del cargo más importante del estado: la gubernatura, función que ostentó él mismo de 1991 a 1997. ¿Cuál es, entonces, en términos políticos, una de sus enseñanzas fundamentales de cara a las próximas elecciones? Reconocer los límites del poder y, con ello, aprender a retirarse a tiempo. Sólo basta recordar que luego de terminada su gestión, De la Madrid Virgen regresó a sus labores como notario y universitario y, desde entonces, fue prudente en cuanto a no corromper la arena política local echando mano (o abusando) del poder que había acumulado durante su sexenio, tal como otros ex gobernadores siguen obcecados en hacerlo, no importando incluso que, en ese afán, se retorne a prácticas totalmente despóticas. Esto no lo puede permitir ni el PRI, partido en el que militó el también ex presidente municipal de Colima, ni ningún otro organismo político local, pues no se trata de involucionar. Aquellos que promuevan estas usanzas deberán deslindarse o ser deslindados, porque de otra forma sucederá lo mismo que sucede con los frutos íntegros que conviven en la misma arpilla de los prodridos. No es, pues, el de De la Madrid Virgen un legado que haya de olvidarse pronto, y menos en tiempos como estos, en donde los pillos empiezan a tejer, como siempre, sus negras celadas.

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