MITOS Y MITOTES    

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TIEMPO DE INFORMES

Por: Florencio Llamas Acosta

En nuestro país, uno de los rituales políticos históricamente ancestrales son los informes presidenciales, desde el siglo XIX en la Constitución de 1824 y en la del 1857 se establecía la  obligación del ejecutivo federal de presentar un informe por escrito respecto a la situación de su administración. Al inicio de la construcción del actual régimen político la Constitución de 1917  retomó esta obligación asentándola  en el artículo 69, misma que manifiesta: “A la apertura de sesiones Ordinarias del Primer Período del Congreso asistirá el Presidente de la República y presentará un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país…”

De acuerdo a lo que jurídicamente es nuestra forma de gobierno democrática y republicana, lo que debería ser  un acto de rendición de cuentas a los ciudadanos,   por la propia conformación del sistema político mexicano y su cultura política,  se convirtió  en el día del poder presidencial, pues el 1 de septiembre de cada año,  el  ritual político tenía como centro la figura del señor Presidente de la Republica, en la que el rey sexenal  era llenado de alabanzas, enaltecido y legitimado. Era tal la majestuosidad que el calendario nacional marcaba descanso obligatorio,  todos los medios de comunicación en cobertura nacional cubrían cada uno de los eventos, desde la colocación de la banda presidencial, su recorrido por las calles, la entrada a la Cámara de Diputados, el discurso larguísimo de  logros y la suntuosa cena en Palacio nacional con toda la clase política,  cultural y económica del país.

Al incrementarse la competencia política y existiendo una ciudadanía más crítica el día del informe se convirtió para los críticos del sistema en el espacio propicio  para hacerse escuchar a nivel nacional,  de tal forma que deja de ser el día del presidente para convertirse en el día de la oposición. El primer mandatario en ser  interrumpido en un informe fue Miguel de la Madrid, cuando el  diputado Muñoz Ledo manifestó el repudio por el fraude electoral de 1988. Posteriormente en 1997 Zedillo evita presentarse ante la legislatura y se limita a mandar su informe al Congreso. La misma suerte corrieron los gobiernos panistas, pues tampoco Fox pudo rendir su informe al ser  abucheado  por el PRD que habían tomado la tribuna, y el último presidente  que estuvo ante los legisladores federales fue Felipe Calderón en el 2007.

Desde entonces, los mandatarios han preferido mandar con su Secretario de Gobernación el documento relativo a su informe y posteriormente  en otro evento, con un escenario a modo, expresar el  mensaje político a la nación, bajo un esquema de estricto control que evita personajes no deseables evitando  los cuestionamientos severos a la figura presidencial, pasando en gran medida esta fecha para el grueso de los mexicanos.

Bajo este esquema, el 1 de septiembre el Secretario de Gobernación Osorio Chong entregó el 3 informe del Presidente Enrique Peña Nieto y el 2 de septiembre en las instalaciones de Palacio Nacional, el ejecutivo federal envía su mensaje a la nación, evento que a pesar del esfuerzo de motivar a la audiencia nacional poco interés generó en la ciudadanía y algunos segmentos fue escuchada con incredulidad.

En nuestra entidad, la constitución local establece la obligación al mandatario estatal de presentar el informe por escrito y de igual forma   estar presente en el Congreso del Estado para escuchar los posicionamientos que sobre el informe vierten las fracciones con representación en la legislatura. Este formato poco ha permitido construir sinergias a favor de los colimenses, al contrario se ha convertido en una arena política de dimes y diretes, en cuestionamientos, críticas y debate entre sordos. Sin embargo en esta semana se aprobó por parte de esta legislatura una reforma a la constitución para que el formato del informe estatal sea similar al informe presidencial.

En estas circunstancias podemos decir que estamos lejos de que los informes presidenciales, estatales y municipales sean los tiempos de los ciudadanos, que sean verdaderos actos de  rendición de cuentas, ejercicios republicanos que permitan mejorar el desempeño del gobierno, ¿O usted como lo piensa?

 

 

 

 

*Maestro en Ciencia Política y Administración Pública. Catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Colima.

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