Mágico

0

Por: Christian Martinoli

“La primer pelota fue la que no tuve, esto debido a los escasos recursos con los que vivíamos, quizá por eso cuando jugaba, disfrutaba tanto del balón porque nunca tuve uno propio”, así recuerda su conexión con el futbol Jorge Alberto, el octavo hermano de la familia González Barrillas.

En 1981 El Salvador estaba en medio de una cruenta guerra civil entre la Fuerza Armada del país (apoyada por los Estados Unidos) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (impulsada por la Unión Soviética, Cuba y el Ejército Popular Sandinista de Nicaragua), conflicto que duró 12 años. De manera extraña al mismo tiempo, en el futbol una joven generación de elementos empezaron a destacar encabezados por el atacante del club FAS, Jorge González, a quien en su país apodaban ‘El Mago’. Fue en noviembre del 81 dentro del Hexagonal Final de la CONCACAF realizado en Honduras, donde González irrumpiría de manera internacional. Los dos primeros lugares se clasificarían al Mundial de España; uno con certeza sería el anfitrión y el otro estaba cantado para México, sin embargo, el día seis de ese mes en Tegucigalpa, con el encuentro ante la selección azteca empatado a cero y con sólo 8 minutos por jugarse, González tomó la pelota atrás del mediocampo, cambió de velocidad, nadie lo alcanzó, llegó al área y disparó fuerte abajo provocando que Prudencio Cortés diera un rebote que Ever Hernández, empujaría a las redes para darle la victoria a los Cuscatlecos. Nadie se imaginaba que la única derrota tricolor de ese certamen sería suficiente para dejar fuera de la Copa del Mundo a México y darle pasó a los salvadoreños, que avanzaban por segunda vez en su historia a la justa mundialista.

Ya en España, ‘La Selecta’ protagonizó en Elche el resultado más escandaloso de todos los tiempos en una justa de ese calibre al perder 10 por 1 contra Hungría. Los jugadores armaron un boicot contra el cuerpo técnico y perdieron de forma decorosa ante Bélgica y Argentina posteriormente; no había nada bueno que contar de su participación, excepto que el número 11 deslumbraba con su cadencia y técnica individual, fue por eso que el París Saint-Germain lo quiso de inmediato, sin embargo Jorge González, descartó la oferta porque no quería aprender francés y además la capital gala era una ciudad muy grande y compleja para él.

Llegó el Atlético de Madrid y una oferta del modesto Cádiz de la Segunda división española, increíblemente, el salvadoreño optó por la opción ‘b’. El colorido puerto andaluz lo recibió con poca expectativa, pero con el correr de los meses se fue adaptando como pudo. “En mi país, los futbolistas salimos de los terrenos baldíos y de repente vienes a Europa, pues es como ir a la universidad sin antes pasar por la escuela”, le dijo en una entrevista a la Cadena Ser de España.

A Jorge le costó mucho agarrar al horario, llegaba constantemente tarde a entrenar o de plano a veces ni se presentaba. “De 30 días que tenía el mes se entrenaba 15. De repente, se pasaba ocho días sin pasarse por los entrenamientos. Cuando llegaba, le preguntaba dónde se había metido. Me decía que había tenido muchas cosas que hacer y que no podía entrenarse”, le contó a El País, David Vidal, quien formó parte del cuerpo técnico del Cádiz durante nueve años.

El tema es que los fines de semana González era un fenómeno con la camiseta amarilla, le pegaba con las dos piernas, aunque prefería la derecha, descargaba con velocidad la pelota, se podía quitar a cuatro o cinco sin problemas, nunca sufría por jugar pegado contra la línea, solía salir con túnel sobre el rival tras hacer una jugada que bautizó como ‘la culebrita macheteada’ y le encantaba definir picando la pelota, digamos que era el genio del rambersé y el massé. Los gaditanos lo empezaron a llamar ‘Mágico’. “Según me explicaron, el mago es el que hace la magia y yo era la magia en sí, bueno nunca entendí bien, pero eso fue lo que me dijeron”, cuenta de manera seca e introvertida el para muchos mejor futbolista centroamericano de todos los tiempos.

Al ‘Mágico’ no les gustaba entrenar, pero le fascinaban dos cosas, dormir en el día y salir de farra. “La noche hay que respetarla, es un asunto serio. Hay que saber andar en la noche. Es un arte”, cita memorable, recapitulada por el portal EDHDeportes en su sección 100 frases del Mágico.

Las leyendas urbanas a su alrededor son variadas, muchos aseguran que era un bebedor importante, mientras que otros afirman que en las discotecas únicamente tomaba vasos de leche.

El público del estadio Ramón Carranza lo adoraba, pero la directiva vivía desquiciada multándolo por sus constantes ausencias y faltas al reglamento interno del club. Dicen que había un empleado que debía despertarlo todos los días, es más, fue muy conocido el hecho de que en el vestidor se llegó a dormir antes de un juego mientras le hacían masaje en las piernas. “Bueno no existe persona alguna que mientras recibe un masaje, no cierre los ojos, piense y se concentre para estudiar lo que va a hacer dentro de la cancha”, se defiende González cada vez que le recuerda dicha anécdota.

Como aquella que describe el efusivo Héctor ‘Bambino’ Veira, que fue su entrenador. “Ponía el entrenamiento a las 11 y llegaba a las 12; lo movía a las 12 y llegaba a la 1 de la tarde, era una cosa de locos. Un día le regalé una despertador gigante del pato Donald, no sabes cómo sonaba, era un volcán y ni así se despertaba; es más, le gustaba tanto dormir, que otro día contraté un grupo flamenco y fuimos a fuera de su casa a cantarle, de pronto se abrió la puerta, salió el ‘Mágico’ y me dijo ‘sólo me desperté porque me gusta la música’, un crack”, se ríe el ‘Bambino’.

En otra oportunidad pasó una semana sin entrenarse y cuando se presentó, el técnico Vidal no lo tomó en cuenta para el partido. “Llegó el sábado y yo ya tenía el equipo hecho. Por supuesto no lo convoqué. Me esperó tras el entrenamiento. Me dijo que no tenía ni idea de futbol y para demostrarlo se sacó un paquete de (cigarros) Winston y le dio como 15 pataditas sin dejarlo caer al suelo. ‘Ahí te quedas’, me dijo, y se fue. ¡Qué podía hacer yo! Era un ídolo para la afición”.

Sus actuaciones eran descomunales, por eso cuando el Barcelona tuvo una gira por Nueva York, Maradona sugirió que llevaran como refuerzo a González. El ‘Mágico’ perdió el vuelo y tomó otro de emergencia, ya dentro de la cancha descosieron a los rivales, pero la directiva del Barça se asustó con las actitudes del salvadoreño, que un día fue pillado en la habitación del hotel con una mucama, mientras sonaba una alarma de incendio y se pedía que desalojaran el inmueble, cosa que Jorge no hizo. Digamos que ya con Maradona tenían suficiente como para sumar otro exótico más al plantel, aunque González dice que no fichó con los culés porque se había ido Menotti.

Desde Italia lo quería la Fiorentina pero fue el Atalanta que lo invitó a jugar con ellos. Era un partido de prueba pero el ‘Mágico’ no quería irse de Andalucía. “Ese día jugué mal a propósito, hice que se desilusionaran de mí y no me quisieron contratar, yo quería volver a la playa, a Cádiz”, acota cuando se le toca el tema.

El dinero no le importaba, podían transcurrir semanas sin que pasara a cobrar y lo debían perseguir para ello. Solía regalarle dinero a cuanta persona necesitada veía en la calle y en una oportunidad un gitano en un bar lo saludó y le dijo que sus zapatos eran muy bonitos, pues Jorge, lo que hizo fue quitárselos y obsequiárselos a aquel hombre, yéndose a su casa descalzo. “El primer año en España casi no gané dinero, lo perdí todo en multas, pero como no me interesaba el dinero, no me preocupaba”.

Aquel chamaco que se deslumbraba viendo a sus héroes jugando con la camiseta azul de la selección y que soñaba ser un día como ellos; aquel niño que odiaba la escuela, pero al que no lo expulsaban porque el Director quería ganar torneos de futbol, un día se convirtió en uno de los mejores jugadores del mundo. Cruyff dijo que era uno de los talentos más grandes que había visto en su vida, mientras que a Maradona cuando le comentaron que él era el jugador número uno del planeta respondió, “no el mejor no soy yo, es el ‘Mágico’ y juega en el Cádiz”. Un tipo raro es Jorge, un hombre de palabras pausadas, frases revueltas, con tintes de lucidez por momentos, de extraña complejidad en otros, pero de una tremenda humildad. Orgulloso de sus raíces y de su ‘paisito’ como le gusta decirle a su querido El Salvador.

“En España vivía muy bien; pero me sentía un poco mal: Yo decía ‘¿cómo puedo estar viviendo así, aquí, mientras en mi país había un guerra civil'”. Hoy el viejo ‘Magico’ trabaja con el afán de que crezca el futbol de su país y ayuda a los niños de la comunidad. “Busco no estorbar a aquellos que tratan de hacer cosas positivas”. Jorge González, un genio de los grandes, un futbolista que se limitó por gusto propio. Un descomunal jugador que los domingos por la tarde en la cancha borraba las juergas de las noches sabatinas. “Fui un irresponsable y un mal profesional y puede que haya desaprovechado la oportunidad de mi vida. Nunca me gustó tomarme el futbol como un trabajo. Si lo hubiera hecho no sería yo. Siempre jugué sólo para divertirme”.