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COLIMA, CINCO LUSTROS DE PODER (3)*

Por: Noé Guerra Pimentel

Dando continuidad a las dos primeras partes de mi ensayo sobre las condiciones que trajeron a Colima a su actual situación política y social, aquí ofrezco la tercera parte, recordando que la elección constitucional del 6 de julio del 2003 en la que Gustavo Vázquez había derrocado a Enrique Michel R., del PAN y a Jesús Orozco A., quien compitió por el PRD, luego resultó anulada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, fallo justificado dada la intervención pública proselitista del entonces gobernador en funciones Fernando Moreno Peña, lo que obligó a la elección extraordinaria, misma que se verificó en diciembre del 2003 y en la que contra el PRI, aquella vez se aliaron el PAN, PRD y ADC, presentando a un candidato común, el diputado federal panista Antonio Morales de la P., quien favorecido por la aún viva ola sexenal de Fox, en julio anterior había ganado la elección al prííísta exalcalde capitalino y exdiputado local H. Arturo Velasco Villa.

Suerte de la que nuevamente salió avante Gustavo A. Vázquez Montes, para encabezar el Gobierno del Estado a partir del 1 de enero de 2004 hasta su fallecimiento en el accidente aéreo del 24 de febrero de 2005, lo que obligó a otra elección extraordinaria, en la que imponiéndose al liderazgo de Fernando Moreno Peña, aún vigente y con cierta fuerza, con la alianza del legislativo logró la candidatura J. Silverio Cavazos C., el novel coordinador de la bancada tricolor y Presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado, para enfrentar a Leoncio Morán S., entonces alcalde capitalino por el PAN, a quien de manera cerrada derrotó para tomar posesión el 5 de mayo siguiente y desde ese momento asumir el liderazgo estatal sin permitir intromisiones hasta el término de su gestión, en la que luego de una turbulenta administración y para sorpresa de propios y extraños logró encumbrarse como el hombre más poderoso del Estado, tanto así que contra las influidas pretensiones locales a través del PRI nacional, logró imponer a su excompañero de bancada, Mario Anguiano Moreno, entonces Presidente municipal de Colima, quien por el PRI enfrentó en la constitucional a la panista Martha L. Sosa Govea, a la que derrotó por escaso margen.

Silverio Cavazos Ceballos, quien con una meteórica carrera iniciada apenas en 1997, luego de haber fungido como defensor de oficio, funcionario y dirigente municipal de su partido y diputado local por Tecomán, en menos de siete años alcanzó la máxima magistratura, el segundo gobernador en consecutivo venido de dicho municipio, para cubrir el resto del periodo de su malogrado antecesor, para luego él mismo resultar ultimado (asesinato cuyas líneas de investigación siguen pendientes) apenas al cumplirse un año y veintiún días de haber entregado la titularidad del ejecutivo, la mañana del domingo 21 de noviembre del 2010.

Es sabido que J. Ignacio Peralta S., no fue el candidato del gobernador Mario Anguiano, la desatendida maquinaria tricolor movía a favor de uno de sus funcionarios más allegados, Rafael Gutiérrez V., el único que en el trayecto no lo abandonó de aquel grupo compacto con el que había llegado a la máxima magistratura, y que como plan B, apuntaba al alcalde capitalino Federico Rangel L., de ahí que contra el conocimiento y aval del PRI nacional se lanzara con una lista de 10 prospectos para la candidatura prííísta en la que incluyó al alcalde de Villa de Álvarez Enrique Rojas –quien se deslindó pronunciándose por la diputación federal-, al diputado federal Nabor Ochoa –sin militar en el PRI-, a las senadoras Itzel Ríos y Mely Romero, al secretario general de gobierno Rogelio Rueda, al diputado federal Arnoldo Ochoa, al delegado federal de SEDESOL en Colima Carlos Cruz, al secretario estatal de economía Rafael Gutiérrez y al mencionado presidente municipal capitalino; nueve de los que para él, para el gobernador, según trascendidos podría ser cualquiera menos el subsecretario de la SCT Ignacio Peralta, quien también fue enlistado y de entre quienes a la final llegaron solo los dos últimos, por definición dada en la sede nacional del propio PRI, cuyos resultados estamos viviendo y que conocemos, asegurándose en amplios sectores de la sociedad que el propio Mario y su equipo, previo inconfesable pacto con el abanderado del PAN, apostaron porque el PRI perdiera todo, lo que de ser cierto con un poco más y lo hubieran logrado en la constitucional del 7 de junio del 2015.

Condición que se ha venido configurando para llegar aquí, hasta este momento en el que luego de tres lustros ha devenido en lo que con un partido recipientario hoy pinta casi de azul a una Entidad federativa, la de Colima, que a diferencia de los estados vecinos y de la mayoría de las que conforman la república mexicana, luego de más de ocho décadas, el PRI, con sus buenos y malos gobiernos, aún se mantiene en la titularidad del Ejecutivo, lo que con mayor margen a la elección inmediata anterior hizo valer el 17 de enero del 2016, levantando con el triunfo a su candidato, no obstante las secuelas de los saldos negativos que desde el interior del Gobierno y que con un aparente grave impacto social en lo económico y en términos de seguridad pública dejó el gobierno de Mario Anguiano M., quien hasta hoy, como exgobernador, por esa y otras razones ha sido el más cuestionado de la historia reciente.

 

*Titulo y tercera parte del avance de mi Ensayo.