LECTURAS

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POR LA GUBERNATURA 

Por: Noé Guerra Pimentel

Desde su inclusión en la lista de diez del 12 de julio del año pasado mucho se ha especulado respecto a la posibilidad que cada una y uno de los encartados puede tener, no solo para ganar la constitucional sino para lograr la candidatura del tricolor rumbo a la gubernatura. La realidad es que desde el mismo momento en que se dieron a conocer a las y los posibles, a la mayoría de ellos y a nosotros mismos, los potenciales electores, resultó claro quienes en términos de su rentabilidad y circunstancia podrían aspirar a esa posibilidad. Así, aunque algunos se la creyeron, la mayoría ha nadado como de muertito solo dejándose querer o acercándose a quienes en los hechos ven con reales posibilidades.

Así ha sido evidente y las hemerotecas ahí están, cómo hemos sido testigos, por el motivo que se quiera, de que algunos han hecho equipo con otros, cómo en los eventos se procuran entre sí sea para las fotos y ruedas de prensa, igual que hemos visto cómo hay diálogos a las espaldas, cuchicheos y hasta señales cifradas, lo que hace suponer alianzas y hasta pactos. En fin, cada proceso es diferente y esta vez no es la excepción, así parece y así es.

Traigo esto porque aún fresco tengo el recuerdo de aquella interna, la que aún hoy a 24 años, es decir a casi un cuarto de siglo en algunos sectores aun mantiene latentes las heridas, saldos de la refriega cuando priistas se enfrentaron a priistas en el encono de dos grupos que a nivel interno disputaron dicha posición: los socorristas y los De la madridistas, los de la llamada “imposición centralista” y “los localistas”, aquella, la primera y única que para bien ha tenido el PRI en Colima y que muchos recordamos porque de alguna u otra forma nos involucramos y nos marcó en un antes y un después del priismo en Colima ya que significó la salida de cuadros valiosos y la consecuente marginación de otros.

Aquella vez, en 1991, cuando varios como ahora, pero sin haber sido públicamente enlistados, eran los posibles de los que entre otros me vienen a la mente personajes como el senador Roberto Ánzar Martínez (+), Carlos Vázquez Oldenbourg, exitoso exalcalde que mantenía rentabilidad y capital político; Socorro Díaz Palacios, con una reconocida trayectoria política a nivel nacional y a Carlos de la Madrid Virgen (+), el Alcalde capitalino. Definición interna que al final, con la parcial suma de anzaristas y vazquistas se dio a favor de De la Madrid y que quiérase o no lo hizo llegar agotado, tanto que enfermó, a un proceso constitucional que libró pero debilitado y, sobre todo vulnerable para un ejercicio de gobierno que merecía mejor suerte.

Una digresión que considero válida dado que si bien el escenario aparente nos habla de un explícito acuerdo a favor de la unidad entre los aspirantes del PRI, ciertamente todos la quieren y harán lo posible por obtenerla, aun los de menos meritos y capacidad, por lo que existe una incipiente pero creciente polarización entre seguidores de dos de los mencionados, concretamente entre el proyecto puntero que encabeza el alcalde capitalino Federico Rangel Lozano y el que representa el subsecretario de Comunicaciones y Transportes, Ignacio Peralta, lo que por un lado trae consigo la sombra de una elección interna, con los saldos que conlleva; y, por el otro, que la definición se dé a favor de una tercera o tercero y aquí podemos hablar de Mely Romero o de Rogelio Rueda, la primera sujeta a su juventud, carisma y rentabilidad y, el segundo, a su incuestionable trayectoria y capacidad política, ya que ambos en este momento y sin demerito de otros cuadros, como Arnoldo Ochoa, ofrecen la posibilidad de mantener la unidad priista rumbo a la verdadera contienda, como será la del 7 de junio.

Ante dichos escenarios y a unos días de que esto se defina creo que vale un llamado que espero oportuno a los equipos y seguidores de los dos principales proyectos en disputa para que aprendiendo del pasado se apacigüen, se atemperen y desde antes no sigan abonando a la discordia, para que no desgasten a su prospecto y para que realmente ayuden, para que ponderen el mensaje que quieren mandar y razonen sobre la lectura que de éste se dará en quien, se quiera o no, se acepte o no, luego de las indispensables consultas tendrá la última palabra y que para el caso no somos ni usted ni yo.