Las que no son madres

0

Por: Jonás Larios Deniz*

No todas las mujeres tienen que ser madres. De niño asocié la idea de ser madre con el matrimonio. Con el tiempo descubrí que había mujeres que sin estar casadas tenían hijos y que mujeres viviendo en matrimonio no los tenían. De las primeras se decían muchas cosas feas; a las segundas se les compadecía: “pobrecita, es que no puede”. Mi religión, mis padres, la televisión, mi entorno, absolutamente todos los discursos me planteaban una ruta muy clara para las mujeres: ser madres. Con la lectura y el debate universitario aprendí que, efectivamente, algunas mujeres no pueden ser madres, pero que otras no querían serlo. Me pregunté entonces ¿Por qué no querría una mujer ser madre? ¿Eran malévolas quiénes no aceptaban el mandato de conservar la especie humana? ¿El instinto materno es irrenunciable? ¿Madre es sinónimo de mujer? ¿Mujer es sinónimo de madre? En ese momento mis aprendizajes eran inamovibles, por mucho tiempo creí que todas las mujeres anhelaban ser madres. Mayo, la virgen de Guadalupe y todas las demás vírgenes, el trabajo incansable de mi mamacita chula criando seis hijos y tres hijas, las madrecitas abnegadas de las películas mexicanas, la madre abrazando a su hijo en el icono del Instituto Mexicano del Seguro Social, incluso el personaje de “La Madre” de la novela de Máximo Gorki me hacían ver en una sola dirección: las mujeres eran madres porque sí. El feminismo, o mejor aún, la lucha feminista generó estilos de vida alternos, que provocaron una baja considerable en la tasa de fertilidad de las mujeres. Fueron muchas las hipótesis que intentaron explicar este fenómeno: cambios en la genética femenina, alimentación con productos industrializados, aumento de estrés, uso y abuso de anticonceptivos, políticas laborales castrantes, exceso de trabajo, etc. También, ocurrió que las mujeres descubrieron que al no ser madres podían tener más tiempo para sí mismas, dormían y comían sin preocuparse por alguien más. Esta experiencia no pudo ocultarse y al externarla se conformó una nueva generación de mujeres: la generación NoMo (No Mothers, en inglés). Natalia Vitela (Periódico Reforma, 8 de marzo de 2015) señala que “aunque las mujeres que han decidido no ejercer la maternidad van en aumento en el país, aún son vistas como raras o egoístas”; advierte que es una tendencia cada vez más clara en México y en otros países occidentales. Según Natalia Vitela, los datos al respecto indican que en México se dio un incremento de 1.7% de mujeres que no son madres: “mientras que en el 2000 poco más de 189 mil mujeres de entre 40 y 44 años no tenían hijos (7 por ciento de esta población), para 2010 son más de 310 mil, es decir (8.4 por ciento de este grupo etario)”. No se precisa cuántas de éstas no pueden y cuántas no quieren, pero es creciente el número de mujeres que hoy por hoy no son madres. Quiero agregar que esta decisión no es sólo de las mujeres, al menos en tres casos cercanos a mí, no tener descendencia fue una decisión de pareja en matrimonio. Ante la presión social, una de estas parejas acudió al engaño: abrumados por la insistencia de la familia, convinieron mentir. Ella y él compartieron a sus familias, su infertilidad y esterilidad, respectivamente. Con fingida pena, ella y él, solicitaron total confidencia de la situación para no perder su matrimonio. Las familias, tristes, decidieron apoyar a sus hijos en su “enfermedad” y renunciaron al sueño de ser abuelos. Ella no es madre (él tampoco es padre). La generación NoMo sigue haciéndose un espacio en la lista de nuevas formas de familia del siglo XXI. Deseo resaltar el valor de las mujeres que decidieron no ser madres, están construyendo un camino auténtico, diferente, alternativo y honesto. No están solas, hay cada vez más No Madres, e incluso, No Padres. ¡Feliz mes de mayo!

 

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima