La Panga

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AVPR1A, ¿la infidelidad es un gen?

Por: Mayahuel Hurtado

Es muy diverso el sentir de las personas que han sufrido los efectos de la infidelidad, que en algunos casos se traduce en pleitos, dolor, traición, impotencia, entre tantas cosas más. Todos hemos escuchado alguna historia que está relacionada con una persona lastimada en sus emociones y en su dignidad por la infidelidad.

Y es que en nuestro mundo el ser infiel resulta ya una práctica rutinaria para algunas personas, puesto que los expertos de la salud mental dicen que “el infiel lo será siempre”, debido a que existe esa proclividad a tener un número indeterminado de parejas y es la causante de muchos problemas en el matrimonio, pero también esto alcanza a las personas que son víctimas de los infieles, llámese esposas o parejas sentimentales.

Y son los expertos en el área de la psicología, la sexología y la psiquiatría quienes atienden a un sinnúmero de personas que son “infieles por naturaleza” pero que a su vez, atienden a las víctimas de la infidelidad, y este término ha sido estudiado desde el campo de la investigación científica y han denominado que ésta conducta obedece a cuestiones genéticas, que tras un estudio realizado, pudieron darle un nombre a la infidelidad: AVPR1A.

Las conclusiones del estudio, publicado en Evolution and Human Beahavior,  en donde Brendan P. Zietsch, psicólogo de la Universidad de Queensland, Australia, ha tratado de determinar si es que hay personas que están más inclinados a la infidelidad. En un estudio de, aproximadamente, 7400 gemelos finlandeses y sus hermanos, habiendo estado todos ellos en una relación por al menos un año, el Dr. Zietsch buscó el vínculo entre la promiscuidad y una variante específica de los genes receptores de vasopresina y oxitocina. La vasopresina es una hormona que tiene un efecto poderoso en comportamientos sociales como la confianza, la empatía y la unión sexual en humanos y algunos animales. Por eso, tiene sentido que una mutación en el gen receptor de la vasopresina – que puede alterar sus funciones – pueda afectar el comportamiento sexual humano.

Otros estudios confirman que la oxitocina y la vasopresina están vinculados a las uniones de parejas, lo que se apoya en la cuestión de la promiscuidad desde que el vínculo emocional es, en un sentido, lo inverso a la promiscuidad. Hasse Walum del Instituto Karolinska en Estocolmo, encontró que en las mujeres (no en los hombres) hay una asociación significante entre una variante del gen receptor de oxitocina y las discordias matrimoniales y la falta de afecto por la pareja de uno. En contraste, encontró una relación significativa en hombres entre una variante específica del gen receptor de vasopresina y una calidad matrimonial inferior, reportada por sus parejas.

Y es que en nuestro país el tema de la infidelidad  trae efectos múltiples, entre ellos, relaciones de pareja que siempre estarán en discordia por ese motivo, en la omisión de cuidados cuando el “infiel” no solo tiene varias parejas, sino que a su vez procrea hijos con cada una de ellas ya que de alguna manera, es una conducta derivada de la falta de amor propio, también nos habla de un trauma generado por la ausencia de la figura paterna, una repetición de patrones tras haber tenido un padre o madre infiel o un hogar disfuncional, el rechazo a llegar a aceptar a la monogamia como una forma de vida por factores diversos y el daño irreversible que se le ocasiona a los hijos.

Muy importante es diferenciar que correlación no es lo mismo que causalidad; indudablemente hay muchísimos factores imposibles de medir que contribuyen a la infidelidad, y raramente una simple variante genética podría determinar el comportamiento. Sin embargo también existen alternativas para superar los efectos genéticos o conductuales de la infidelidad, pero eso dependerá de la forma en que las personas elijan conducir su vida.

Es una realidad que no podemos elegir nuestros genes ni controlarlos, pero lo que sí podemos hacer es elegir lo que hacemos con las emociones y los impulsos que nuestros genes ayudan a crear, sí podemos decidir ser honestos, sí podemos decidir no lastimas los sentimientos de otras personas y sí podemos también, buscar ayuda profesional para tratar este tipo de conductas.

Todo el mundo es libre de hacer de su vida lo que considere más conveniente, para ello existe el libre albedrío, pero a lo que jamás tendrá derecho es a lastimar a terceros. La infidelidad no tiene limitantes de género, y es un tema que según expertos es genético, otros afirman es conductual. El volverse patán (indistinto el sexo), es otra cosa muy diferente amable lector, pero definitivamente la peor combinación que puede haber es sin duda alguna “infidelidad y cinismo”.