El fracaso de Brasil 64 años después

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Gerardo Velázquez de León

Sin injusticias. El futbol marcó el Campeonato Mundial con lo que mejor puede tener este deporte: humildad, profesionalismo, fuerza, técnica y buscar la portería enemiga sin recelo, sin miedo y descaradamente, sin guardarse nada, sin ser mezquino o calculador. El mundo parece estar entristecido por lo que vivió Brasil, está contagiado de la tragedia, pero pocos, muy pocos destacan lo realizado por Alemania, una potencia que nunca titubeó en Belo Horizonte, que en la mirada de sus futbolistas mostraba la ambición y que destrozar a su rival fue el objetivo desde el primer minuto del partido.

Que fácil es el futbol cuando se juega como lo hizo el equipo de Joachim Löw y qué espectacular resulta ver a un equipo que en el toque y toque del balón, en lo que tanto criticó Franz Beckenbauer hace algunos meses cuando se refería su equipo querido, al Bayern Munich, diciendo: “Al final seremos como el Barcelona. Nadie nos querrá ver. Estos jugadores se pasarían el balón hasta en la línea de gol”. Que equivocado estaba, porque en el Estadio Mineirão de Belo Horizonte medio equipo alemán fue representante del ambicioso Bayern Munich, ésos de Bayern que contagiaron a sus compañeros demostrando que conocen sus movimientos a la perfección con sólo levantar la cara o verse a los ojos. Excelso toque de balón, ambición constante, nivel para destacarse ante los demás y hacer de este deporte su máxima expresión. Como Alemania hoy en día no hay otro equipo en el mundo, pero como en este juego no hay nada comprado a futuro, tienen que volver a jugar como lo hizo contra Brasil para dejar en el archivo y en la historia su fortaleza con un título mundial, si no, de nada servirá el humillar a la Canarinha en su propia casa.

Luiz Felipe Scolari debe tener vergüenza profesional, debe ser un hombre arrepentido por tanta arrogancia con la que se manejó, sobre todo desde aquella victoria en Maracaná contra España en Copa Confederaciones, día que marcó el fracaso por sus hirientes, arrogantes, absurdas e ilógicas declaraciones. Tanto presumió que ganarían elMundial en casa que tal vez se cegó cuando a los 18 minutos ya perdía por goleada y no tuvo una sola maldita idea para sacar a su equipo del fondo en el que él mismo los metió. Brasil fue una caricatura de equipo que si estuvo en Semifinal mundialista, fue más producto de la suerte, de las fallas rivales y de las ayudas arbitrales que realmente por ser una potencia de la actualidad. Ni es el plantel que espante al rival, ni tiene a las estrellas de antaño y súmele la estúpida arrogancia de su entrenador. De palabras y más palabras no se gana una Copa del Mundo, y este segundo fracaso en casa hará que nunca en su historia ganen la Copa del Mundo en Maracaná y empaña su pentacampeonato mundial, porque la historia es cruel y hoy se marcó el peor fracaso, la humillación, la más grande deshonra, la peor paliza, la más grande tragedia de su futbol.

Hace unos días el descaro de Scolari lo llevó a declarar a los cuatro vientos que había un complot de la FIFA para no ver campeón a Brasil, tenía razón, pero no fue el máximo organismo internacional, sino sus arcaicas y enfermas ideas que han llevado a un querido pueblo a seguir derramando lagrimas.