Por: Jonás Larios Deniz*
Hace 27 años llegamos a Colima. Mis padres
decidieron dejar Pihuamo para venir a la ciudad a cumplir el sueño de dar una profesión a los nueve hijos de la familia. Sabíamos que Colima era la gran posibilidad para trabajar duro y “ser alguien en la vida”. Pihuamo era todo para nosotros y a la vez nada. Debíamos emigrar y Colima era para nosotros la tierra prometida, mi madre escuchaba todos los días la estación de radio XERL y a través del discurso de sus locutores imaginábamos la prosperidad de la capital. Algunos registros de aquellos tiempos se quedaron en mi memoria: la Feria de Todos los Santos, la Universidad de Colima, la Normal de Maestros y las figuras de la exgobernadora Griselda Álvarez y del entonces Presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado. Todas estas imágenes registradas por un niño que soñaba con ser sacerdote o profesor, según mi mamá eso solo podría ser si estudiaba mucho; entonces, yo me esforzaba en el catecismo, el Español y las Matemáticas.
Mi papá dejó claro que la educación sería la vía de acceso a un mundo mejor. Llegar a Colima para alcanzar la educación fue un propósito central de mi familia. Ahora, en 2014, todas y todos los miembros de la familia tenemos una profesión, una de mis hermanas incluso cursó dos carreras. En la familia hay un ingeniero agrónomo, una abogada y un abogado, dos trabajadoras sociales, tres pedagogos, un ingeniero civil y una ingeniera en sistemas computacionales. Buscamos las oportunidades educativas y en Colima se nos dieron, la condición de migrante nos dejó ver con claridad lo que el sistema educativo nos daba.
A propósito, la semana pasada, el Gobernador del Estado Mario Anguiano Moreno informó que Colima obtuvo el primer lugar en eficiencia de infraestructura educativa en el marco del programa Escuela Digna; destacó que Colima logró el mayor grado de cumplimiento en el citado programa con un 99.29 por ciento. El indicador es una buena noticia para quienes somos profesores y nos dedicamos a la formación de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el estado de Colima y la recibimos con beneplácito pues nos fortalece el espíritu y la vocación docente. Es necesario seguir trabajando y proponiendo proyectos de formación a largo plazo.
La población migrante de Jalisco, Michoacán, Nayarit, Guerrero y Oaxaca que ha llegado a Colima en los últimos treinta años reconocemos el esfuerzo de las autoridades y felicitamos el logro educativo alcanzado. Así mismo, ponemos nuestro ánimo y capacidad de trabajo para hacer crecer a ésta, la tierra prometida.
*Profesor-investigador de la Universidad de Colima