ANÁLISIS

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Ludotopia: un problema social

Por: Luis Ávila Aguilar

Escuché con interés cómo la Secretaria de Gobernación da cuenta con bombo y platillo la confiscación de cientos de máquinas de juego, mejor conocidas como “tragamonedas, en donde además en su interior les fueron decomisados entre 700 y mil 500 pesos resultados del juego al azar de quienes los practican.

Me quedé seriamente reflexionando y es que el problema de la ludotopia se ha convertido en el país,  en un verdadero peligro que tiene en juego no sólo la estabilidad emocional de quien lo  práctica  como forma de entretenimiento, dígase entrecomillado, sino además del resto de la familia de quien cae en este vicio de la modernidad.

Considero, a mi juicio, que el verdadero remedio no está en la simple confiscación de la maquina tragamonedas ubicada en la tienda de la esquina o en el negocio cercano a la casa familia, en donde además se va alimentando el juego a los menores de edad que sin menor limitación a falta de reglamentación,  se inician en este flagelo que  será un problema social a futuro sin duda,  si no es que lo es ya, en los próximos cortos años.

No basta la mera acción punitiva de prohibir este tipo de juegos que perjudican tanto la economía como la estabilidad emocional, cuando existen por otra parte de forma legal, la existencia de casinos en donde se práctica de forma abierta y en donde se engaña, principalmente a mujeres, amas de casa que caen en este flagelo social, robándose literalmente el patrimonio familiar.

Es conveniente de parte de la autoridad prohibir la expedición de licencias para operar estos giros comerciales y  regularlas,  las máquinas tragamonedas no solo esquilma en lo menor, la gravedad radica en los grandes casinos que dejan sin sustento a muchas economías familiares, ahí está  la solución, Colima cuenta con ejemplos familiares, de sobra,  que dan testimonio de la gravedad del problema de la ludotopia y que por respeto no me atrevo a citarlos. Es un asunto que la autoridad está dejando de lado y se convertirá a futuro en un problema familiar y social, que después será tarde regularlo.