AL VUELO

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La semilla del deseo 

Por: Rogelio Guedea  

Desde que tengo memoria leo diarios, cuadernos de notas, memorias, autobiografías. Las prefiero a las novelas, los cuentos, los ensayos. No más que a la poesía, pero casi. Casi porque en los diarios, cuadernos de notas, etcétera, encuentro mucha poesía. No poemas, sino poesía. Por eso siempre vuelvo a este género, aunque vaya siempre a contracorriente en las editoriales. Se publica poco porque, se sabe, se vende mal. ¿Se vende mal? ¿No se vende mal porque se publica poco? No lo sé. En mi biblioteca, en todo caso, tengo un librero dedicado a este género, al que vuelvo todos los días, cada día. Mi sueño siempre fue hacer una selección de lo subrayado y publicarla, pero: ¿a quién se le ocurriría publicar algo así? No hace mucho recibí un mensaje del editor Ediciones del Ermitaño, donde publiqué recientemente mi libro Viajes en casa, invitándome a publicar justo lo que yo había estado soñando todos estos años: una antología con los mejores textos que he encontrado en los diarios, cuadernos de notas, epistolarios, etcétera, que he leído. La noticia me alegró mucho. Me hizo pensar en que, a veces, el deseo es como esas semillas que los labriegos van dejando caer en la tierra, deliberada o inconscientemente, y el tiempo se encarga de arredrar o hacer crecer. Aquel que yo dejé caer parece que ha caído sobre tierra buena, ya se atisba una de sus ramillas verdes. Ya veremos si la lluvia o el viento no le son adversos.

 

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