AL VUELO

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El casco de la bicicleta

Por: Rogelio Guedea

Por fin supe para qué sirve el casco de la bicicleta. Dejen les explico. Casi siempre uso el casco de la bicicleta cuando bajo y subo la colina, esto es todos los días, pero nunca en realidad supe a ciencia cierta para qué servía traer ese armatoste atrincado en la cabeza, sobre todo considerando el terrible trabajo que me ha dado siempre ajustarle los tirantes. Tan probada había tenido su inutilidad que hace unos días, en la mañana, salí sin él y no me di cuenta hasta que un policía me detuvo justo cuando todo el aire de la bajada me golpeaba, fresco, el rostro. Entonces tuve que regresar a casa, ponerme el casco y reiniciar mi recorrido. Pero fue esta mañana que supe en realidad para qué servía realmente el casco de la bicicleta, pues de regreso de mi aventura bajé el declive que conduce a mi cochera, subí la puerta-cortina para ingresar y cuando justo iba entrando en aquella oscuridad de velorio, la puerta-cortina se vino abajo y me cayó justo en la cabeza, duro, como si me hubieran dado un leñazo, pero, claro, como traía el casco puesto, me hizo -como dicen en mi país o colonia- lo que el viento a Juárez. En ese momento lo comprendí todo y, osado, me dije a mí mismo: ahora ya sé para qué sirven los cascos de bicicleta. Y luego, más orgulloso aún, agregué: si no tienes en tu cochera una puerta-cortina, ni te compres un casco de bicicleta, porque, más allá de eso, de nada te va a servir y nomás tirarás tu dinero al bote de la basura.

 

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