AL DESNUDO

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Por: Édgar Rodríguez H.

100 días no son nada

Se dice que en todo gobierno los primeros 100 días son de vital importancia en virtud que de sirven para hacer un análisis de lo que está por venir, de lo que les espera a los colimenses con un gobernador que recibió un gobierno en banca rota, con las arcas vacías y niveles de inseguridad muy altos que se agudizaron por la guerra que sostienen dos grupos delictivos para apoderarse del control del tráfico de estupefacientes en el estado.

Desde su campaña, los compromisos del gobernador Ignacio Peralta Sánchez para con la ciudadanía fueron muchos, pero aún y cuando sabía de antemano con lo que se encontraría en el gobierno, las hizo, sin saber si podría cumplirlas o no, pero que no nos sorprenda no es nada nuevo de alguien que desea llegar al poder. Pero la hora de la verdad llega y si bien es cierto que Peralta Sánchez ha lidiado con lo que le dejó su antecesor, hay cosas que se le salen de control que no le han permitido brillar como él quisiera. Sin duda hay trabajo, se ha empezado por poner orden en las finanzas y con ello se ha ido, poco a poco, saliendo de las deudas y compromisos contraídos desde el sexenio pasado.

Sin embargo, la inseguridad que padece Colima a los largo y ancho de tu territorio ha empañado los 100 días de gobierno. La percepción ciudadana es de temor e incertidumbre, no sólo por los homicidios dolosos que se cometen a diario en el Estado, sino también porque día a día el desempleo crece, los negocios quiebran y se ven obligados a cerrar. En 100 días no ven nada claro y poco a poco se pierde la confianza de quienes votaron por Peralta Sánchez. Los colimenses no entiende si 100 días no son nada para ver reflejados los esfuerzos y aterrizadas las promesas hechas por el mandatario estatal durante su campaña.

Generar confianza y optimismo a la ciudadanía en medio de un escenario complicado por las finanzas y la inseguridad, se ve difícil sino se tiene una idea clara para fortalecer las finanzas y abatir la inseguridad que generan los enfrentamientos entre grupos delictivos que han operado desde hace tiempo en el estado con la anuencia –seguro esta- de las autoridades de administraciones pasadas. Como en muchos otros ámbitos, somos herederos de los malos gobiernos y para cambiar la imagen 100 días no son nada para mostrar resultados que cambien la situación. Generar confianza y optimismo a la ciudadanía y a los mercados.

Es claro que los 100 primeros días de Peralta Sánchez, no han tenido el lucimiento que él mismo quisiera para mostrarse como un líder capacitado para gestionar una transición. O lo que es lo mismo, para calibrar si los electores tomaron la decisión correcta al apostar por él en dos ocasiones. Por ello, ahora tiene un doble reto que consiste en demostrar que tiene capacidad para ello. En éste, se encuentra el haber elegido y seguir eligiendo a los mejores hombres y las mejores mujeres que lo acompañarán en su gestión con la consigna de dar resultados en el corto plazo para cambiar la percepción ciudadana, sobre todo en materia de seguridad.

Peralta Sánchez  debe tomar muy en cuenta que tiene enemigos políticos dentro y fuera de su gobierno. Los que no votaron por él, los que forman parte del equipo perdedor en las contiendas pasadas, los panistas que tienen el control político desde el Congreso del Estado, y muchos de los integrantes de su partido el PRI, que no fueron beneficiados con su arribo al ejecutivo estatal, son y serán sus principales detractores hasta el final de su gobierno. Por ellos es importante cambiar la percepción ciudadana respecto a sus primeros 100 días de gobierno lo más pronto posible.

Se dice qué…

Lo ocurrido durante los consejos políticos municipales celebrados en Manzanillo, en donde salieron a relucir varias inconformidades, son una clara muestra de lo “encabritado” que están varios actores priistas que no han sido beneficiado con un “hueso político”. Y el 2018 no está lejos.

Gobernantes del color y nivel que sea, al llegar al poder, se sirven con la cuchara grande antes de servir y velar por los intereses ciudadanos. Los jugosos salarios (que por cierto no desquitan) con que se despachan, son prueba de ello.